domingo, 4 de mayo de 2014

De editores, correctores y diseñadores: relaciones peligrosas

La tipografía es una de las dos herramientas básicas -la imagen es la otra- con la que trabaja un diseñador. Esta puede ser utilizada de varias formas: la letra como ilustración, como vehículo de expresión: en sí misma, la palabra puede tener su significado normal, pero también puede expresar por medio del tamaño, el grosor o la familia a la cual pertenezca, ese mismo significado. A esto se le llama “expresión formal”.
Por su parte, el editor es quien lee el texto entregado por el periodista, por el escritor, por el poeta. Uno de los trabajos del editor –y que no es poca cosa- es revisar y valorar el texto para ver si por sus méritos, vale la pena de ser publicado.
Otra figura de relevancia en el proceso de edición es el corrector de estilo: es él quien tiene que revisar el texto desde dos perspectivas: una, el sentido y coherencia del texto; la otra se refiere a la redacción y ortografía del manuscrito. Normalmente la cadena inicia con el editor, pasa al corrector de estilo y finalmente, el texto se entrega al diseñador para que le dé formato, diseñe la página.
Pero como dicen, “hete aquí” que cuando el texto llega al diseñador, éste al formatearlo comete errores ortográficos y de continuidad en la lectura, obligando al editor y corrector a volver a revisar el texto. La pregunta sería: ¿Está obligado el diseñador a revisar, detectar y en su momento, denunciar cualquier error de redacción, de captura o de formato? Por supuesto que sí. Uno de los graves problemas del reconocimiento del trabajo del diseñador es ese precisamente: es el que “dibuja”, el que “hace monitos”, el de la “talacha” y por supuesto que a muchos diseñadores les resulta más cómodo que otros revisen el texto diciendo: “pues así me lo pasaron, yo que”. Si como mencioné en el párrafo de inicio, la tipografía –las letras, las palabras, las frases, los párrafos, las páginas, el libro entero- son los elementos con los cuales trabaja el diseñador, es obligación de éste por lo menos denunciar un error para hacerlo evidente, ya que como es sabido, nos “viciamos” al momento de leer una o dos o veinte veces un texto.
El diseñador gráfico está obligado a conocer el comportamiento de los signos y símbolos de la lengua y su relación con las reglas ortográficas. A esta disciplina se le llama ortotipografía: “La ortotipografía (en inglés typographical syntax) estudia la combinación de la ortografía y la tipografía y concreta la forma en que la primera se aplica en obras impresas.”[1]
Muchas son las reglas ortotipográficas, casi tantas como las ortográficas. Podemos mencionar algunos casos:
1.    Los textos pueden llevar o no guiones para separar las palabras: y esto tiene que ver con el cálculo del texto que se nos entrega para que se pueda formatear en una página asignada. Tan bien se ve el texto justificado hacia la izquierda como el texto justificado en bloque. Este último exige del diseñador un dominio de los valores de interletrado, medianiles, tamaño de la letra, interlineado y otros factores para que no ocurran los horribles “ríos” entre palabras que demeritan la percepción de la mancha tipográfica.
2.    Otro caso ortotipográfico es el mal uso que se le da a las comillas. La gran mayoría de los diseñadores usamos –hemos usado- el signo de pulgadas en vez de las comillas. Como sugerencia incursionen en los signos “ocultos” en nuestro teclado. Ejemplo: Juan dijo: “Este “trabajo” me tiene frito”. Uso correcto: Juan dijo: «Este “trabajo” me tiene frito».
3.    Puntos suspensivos. ¿Alguna ves los puntos suspensivos se han separado quedando dos en una línea y uno en el inicio de la línea siguiente? Los puntos suspensivos se obtienen pulsando ALT+0133 en Windows o ALT+ punto en Mac, de modo que ocupan el mismo espacio que un carácter y no corremos riesgos de que se alteren al darle formato al documento. Siempre son tres puntos seguidos y sin espacios intermedios; solo tres. Ejemplos de puntos suspensivos: Tú, yo, la luna, el sol, tus ojos…
Sirve para omitir intencionadamente una parte del discurso, sugerir un final impreciso, denotar el paso del tiempo entre expresiones.

Y así como un médico domina los términos que le son propios a cada enfermedad, el diseñador gráfico debe dominar la nomenclatura de los símbolos tipográficos y de la anatomía de la letra ya que este conocimiento nos confiere otro valor agregado: el que el cliente nos tome en serio y nos perciba como un profesional del diseño editorial. Si como diseñadores estamos ubicados casi al final de la línea de producción editorial, no nos cuesta ningún trabajo hacerle más ameno el día al editor.




[1] En: http://www.tex-tipografia.com/ortotypo.html el 19 de septiembre de 2011

No hay comentarios: